J. William Worden es miembro de la Asociación Americana de Psicología (APA) y co-investigador principal del Estudio de Duelo Infantil de Harvard, con sede en el Hospital General de Massachusetts. Además, es fundador de la Asociación de Educación y Consejería de muerte (ADEC) y del Grupo Internacional de Trabajo Sobre la Muerte y Duelo (GTI), por lo que es una de las autoridades mundiales en el tratamiento del duelo. 

Para William Worden, el duelo, más que un seguimiento de etapas, es un tránsito a través de cuatro tareas a cumplir, las cuales nos ayudan a restablecer el equilibrio y poder continuar de manera satisfactoria con nuestra vida. Este postulado fue presentado en su libro: Tratamiento del duelo, el cual ha sido traducido a 12 idiomas. 

Las cuatro tareas del duelo

Tarea 1. Aceptar la realidad de la pérdida 

Cuando alguien muere o se va de nuestro lado, cuando perdemos la salud, el empleo, nuestra forma de vida, o cualquier otra cosa que valoremos importante, aparece una sensación que nos invita a creer que eso no es verdad. Una persona puede negar el hecho vivido, creyendo que todo volverá a ser como antes; puede evadir el significado de lo sucedido con justificaciones, como: “no era un buen esposo”, “no era el mejor trabajo”, “no valía la pena”. También puede negar que lo sucedido sea irreversible y desarrollar ciertas expectativas como: “ya veras, tendremos otra oportunidad”, “nos reuniremos en el cielo”, etc. 

Los rituales resultan de gran ayuda para lograr aceptar la pérdida, ya que nos ayudan a contactar con la realidad, a identificar que un ciclo ha terminado, o que alguien se ha ido para siempre de nuestro lado. Los rituales de duelo son todas aquellas acciones realizadas, con valor simbólico, para despedir a alguien o cerrar etapas; por ejemplo: escribir cartas, soltar globos, colocar un altar, velar a un fallecido, prender veladoras, realizar algún evento significativo ante una jubilación, divorcio, cambio de etapa, etc. En situaciones excepcionales, como la actual pandemia, en las que no es posible estar en contacto físico con mucha gente, o cuando debido a la distancia no se puede asistir a un evento; se puede recurrir al uso de la tecnología para que las personas participen, aunque sea de manera virtual, en un acto de despedida o de compañía hacia otros. Sin importar que dicho acto sea simbólico, es importante realizarlo para lograr un cierre e identificar nuestra nueva realidad. 

En los casos en que una muerte se produce de manera inesperada, como en un accidente, o ante situaciones en las que no se pueda ver o recuperar el cuerpo del fallecido; será importante mantener en vigilancia a los supervivientes, ya que se podría dificultar la aceptación de la realidad. 

Tarea 2. Trabajar las emociones y el dolor 

Durante esta tarea será importante reconocer, trabajar y atender todas las   manifestaciones del duelo, como: dolor emocional y/o físico, y cambios conductuales. Si la persona trata de evitar o suprimir dichas manifestaciones, es probable que se prolongue el curso del duelo.

Es importante reconocer que, al ser un proceso único, cada persona puede sentir una intensidad diferente por situaciones similares, pero sería improbable perder a alguien, que hemos amado o querido, sin experimentar cierto nivel de dolor. 


Resulta relevante que durante esta etapa los amigos y familiares sean empáticos con el doliente, y cuiden sus comentarios y actitudes, ya que muchas veces entorpecen o retrasan el trabajo de las emociones.  Esto sucede, generalmente, con la idea de evitar ver sufrir al doliente, por ello lo presionan para dejar de llorar, salir o hacer su “vida normal”; cuando, en realidad, muchas veces son ellos quienes no saben qué hacer ante las reacciones de su amigo o familiar y no pueden procesar la angustia de enfrentarse al dolor de la muerte. Es importante saber que, aunque surja de una buena intención, no es recomendable tratar de evitarle dolor a nadie porque tarde o temprano se hará presente. 

Por otra parte, familiares y amigos pueden participar activamente evitando que el doliente haga uso de drogas o alcohol para evadir su dolor, ya que podría complicar el duelo. 

Tarea 3. Adaptarse a un medio en el que el fallecido esta ausente

Adaptarse a la nueva realidad dependerá de la relación del doliente con el fallecido y de los roles que éste desempeñaba. Muchos supervivientes se resisten a desarrollar las actividades que cubría el fallecido, confrontándolos consigo mismos. Esta tarea será más difícil de superar cuando mayor haya sido la dependencia al fallecido. 

En esta etapa es común que la persona se sienta sin dirección o rumbo, cuestionado valores, creencias, educación y experiencias vividas, entre otras cosas. 

Tarea 4. Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo

Durante esta tarea se pretende que la persona encuentre un lugar adecuado para el fallecido dentro de su vida emocional; un lugar en el que se le permita recordarlo sin dolor y sin renunciar a él o ella, pero que le permita entablar, mantener y fomentar su actividad social y generar nuevas relaciones de afecto sin sentir que traiciona al ser amado. 

Como podemos observar, desde el punto de vista de William Worden, la participación directa del doliente es muy importante para poder superar el duelo, ya que implica acciones de su parte, le otorga responsabilidad en su recuperación y la posibilidad de reconocer su propia fortaleza al hacerlo. 

Un duelo es un proceso complicado y doloroso, pero con apoyo y correcto acompañamiento es una experiencia que puede superarse. Si necesitas ayuda para transitar por este proceso o conoces a alguien que la necesite, contáctanos.  

Bibliografía

Autores, William Worden. Planeta Libros. https://www.planetadelibros.com.mx/autor/j-william-worden/000023187

Losantos, S. (s/f) Guía del Duelo Adulto para profesionales socio-sanitarios. Fundación Mario Losantos del Campo. 145pp.

Hospice Foundation of America. Interview with el Dr. J. William Worden.  https://hospicefoundation.org/Professionals/Experts-Talk-EOL-Care/Interview-with-Dr-J-William-Worden