Tras concluir una relación importante uno suele sentirse completamente infeliz, pero “morir de amor” quizá no sea la mejor opción, tal vez sea mejor empezar a vivir por amor. Amor a los otros, pero principalmente por amor a nosotros mismos. 

Cuando el amor toca la puerta no hay mucho que la razón pueda hacer, nos sentimos ilusionados y felices por la magia que genera en nosotros, estamos alegres y las cosas parecen más sencillas. La compañía de la otra persona nos motiva; sin embargo, con el paso de los días esa etapa de enamoramiento se va diluyendo y empezamos a ver al otro con más claridad, ponemos atención en sus acciones, palabras y formas de ser, que antes no consideramos de mucha importancia y, algunas veces, descubrimos que no es lo que buscábamos y la relación termina después de un tiempo. 

En ocasiones la relación avanza y se entra en un periodo de mayor cercanía y formalidad, el cual podría evolucionar a un compromiso. Durante este periodo pueden surgir diferencias y conflictos por diversos motivos; por ejemplo, falta de tiempo, incompatibilidad, tedio por la rutina, situaciones económicas complicadas y familiares que van desgastando la relación. Si éstos problemas no se superan de manera oportuna se pone en riesgo la estabilidad de la pareja y en algunos casos pueden llevar al separación.

Terminar una relación sentimental siempre es doloroso pero dependiendo de las circunstancias en que ésta se desarrolló, el tiempo que duró, los vínculos y compromisos que fueron generados con la familia y amigos, harán más o menos sencillo el proceso de tu recuperación. 

Ante una ruptura de pareja, se pasa por un proceso de duelo afectivo, cuya variante, con respecto a los duelos por muerte, es que en estos casos la persona que perdimos, esa a quién habíamos considerado nuestra “otra mitad”, no ha muerto. Esto implica, probablemente volver a verla, tener que hablar con ella para resolver distintas cuestiones como la liquidación de bienes, negocios o incluso mantener algún tipo de relación, en el caso de tener hijos en común. En algunos casos, mantener este tipo de contacto, pueden propiciar la esperanza de una probable reconciliación.

Cuando le damos tiempo y atención al duelo afectivo, para trabajar los pensamientos, emociones y acciones que nos genera, desde el amor propio, con paciencia y respeto por nosotros mismos y el otro; nos permitirá transformarnos, aprender a recordar sin dolor o resentimiento, y nos brindará la posibilidad de reconocer el aprendizaje que tuvimos al haber conocido a esa persona. 

Transitar sanamente este duelo te otorgará la capacidad de agradecer el tiempo compartido y las enseñanzas que te dejó esa persona, además habrás aprendido un poco más sobre ti. Te será posible aceptar la pérdida y retomar tu vida, permitiendo que la otra parte también continúe su camino. 

Etapas del duelo afectivo

El duelo afectivo pasa por varias etapas, las cuales no necesariamente se viven en un orden específico, sino que es un ir y venir entre ellas, e incluso algunas pueden no aparecer. El psicólogo, Walter Riso menciona que en un duelo afectivo se puede pasar por:

  • Aturdimiento-Negación. Es el momento de shock, en el que no se ha asimilado lo que sucede, por lo que se puede generar una sensación de incredulidad. Esto ocurre, especialmente en relaciones donde aparentemente todo estaba bien y de repente la pareja decide concluir la relación, o en aquellas donde aparece un tercero. 
  • Anhelo-Recuperación. En esta etapa se presenta un gran anhelo por retomar la relación y se quiere saber todo sobre la ex-pareja, dónde esta, con quién, qué hace, etc. Incluso es posible que se le persiga, tratando de recuperarlo. En este punto, algunas personas, en su afán de saber, rebasan los límites, buscando en sus redes sociales, interrogando a familiares y amigos, espiando o planeando encuentros “fortuitos”, lo cual conduce únicamente a más dolor. Sobre todo si descubres que la otra persona esta viviendo su nueva vida, sin ti. La duda puede ser intensa y probablemente no quieras perder la esperanza de despertar de un mal sueño y que tu ex-pareja decida volver. Sin embargo, ante la ruptura lo mejor que puedes hacer es aceptar la realidad y dejar de buscar o perseguir a quien ya no desea estar a tu lado. 
  • Búsqueda de explicaciones. Es casi inevitable desear saber todas las respuestas,  a las miles de preguntas que en estas circunstancias rondan la cabeza, como: ¿Por qué a mí? ¿Cómo no me di cuenta? ¿Qué hice mal, o en qué fallé? ¿Qué fue lo que pasó?, etc. Pero debes comprender que no se trata de “haber hecho mal las cosas”, pues sólo hicieron lo mejor que pudieron, con los recursos que tenían. En este punto es importante repartir las responsabilidades de manera justa, lo que no implica necesariamente que sean equivalentes en cantidad, pues esto dependerá de las circunstancias; sino asumir nuestras actitudes, acciones, diferencias etc. En este momento puede ayudar el hecho de reconocer que ninguna relación es eterna y que, simplemente por haber iniciado tiene un final latente. Las personas que un día nos amaron pueden dejar de hacerlo y está bien. Eso no quiere decir que haya algo malo en ti, solamente significa tú y esa persona no eran el uno para el otro. 
  • Ira-Indignación. Como indica su nombre, en esta etapa se siente indignación, ira o molestia, la cual puede proyectarse hacia nosotros mismos, a la ex-pareja, o a un tercero, en caso de que haya aparecido. Si tienes la creencia de que hiciste algo mal, que no diste lo suficiente, o por el contrario, que diste de más, que aguantaste demasiado, que “no te diste cuenta”, etc., seguramente el enojo lo volcarás hacia ti. La molestia contra la ex-pareja, surge sobre todo por el simple hecho de haber terminado la relación o en caso de haber sido infiel o de haber engañado a la pareja en cualquier otros motivo importante, etc. Finalmente, la ira se deposita sobre un tercero, prácticamente por haber aparecido en el camino. En este momento, lo importante es que reconozcas tu enojo e intentes ser suficientemente objetiva u objetivo, para no caer en una postura de víctima o victimario, a través de la cual te generes una mayor dolor o lastimes a otros. Esta bien sentir enojo, pero hay que canalizarlo adecuadamente, a través de actividades o acciones como: gritar, ejercitarse, llorar, etc., pero jamás atentando contra ninguna persona. Es común que muchas personas conviertan su ira en un motor para salir adelante, pero hay que tener cuidado, pues la mayoría de las veces esto se realiza como un acto de “venganza”, para evitar que el otro le vea derrotado o débil; hay personas que, en esta etapa deciden realizar cambios radicales en su aspecto físico o buscan comenzar una vida social más intensa. 
  • Culpa-Humillación. Éstas emociones pueden surgir de la mano de las de ira, en casos en los que el afectado se siente culpable de haber dado de más, o de haber “fallado”; pero también pueden surgir tras haber intentado, de manera excesiva, recuperar la relación, llegando a actitudes humillantes o pretendiendo aceptar situaciones denigrantes que en otro momento no se aceptarían.
  • Desesperanza-Depresión. Es un periodo de tristeza profunda, en el cual se reconoce que la relación ha terminado y con ella, los proyectos, sueños y propósitos en común. En esta fase deberás enfrentarte a la realidad de tener que continuar sin el otro, sintiendo. probablemente, un vacío intenso en el corazón y falta de motivaciones para seguir adelante. El sufrimiento experimentado en esta etapa te puede resultas muy intenso y tu realidad parecer una pesadilla, pero ten la seguridad que ese sufrimiento no durará para siempre. Con paciencia, trabajo y tiempo, el panorama será distinto.
  • Recuperación-Aceptación Es la última fase del duelo, en la que finalmente se acepta la realidad y en la que el dolor ha disminuido. Se entiende y acepta que es necesario moverse hacia una nueva vida, reconociendo que nos quedamos con nosotros mismos para seguir, reestructurarnos y comenzar de nuevo. 

Para no incrementar el sufrimiento es importante que reconozcas, cuanto antes, la ruptura; para lo cual, es útil alejarse del otro y evitar saber lo que hace. No le llames para saber cómo esta, no crees encuentros, ni bombardees a sus amigos o familiares para saber de él o ella; bloquéale de tus redes sociales y no le espíes. Entre menos sepas, menos historias podrás crear en tu cabeza y por lo tanto, te generarás menos dolor. 

Si estas pasando por el final de una relación, es probable que te preguntes si todo lo que estas sintiendo es normal, por ello, quiero recordarte que cada proceso de duelo siempre será único y particular. No compares el duelo de este momento con otras rupturas, si es que has pasado por algo similar en el pasado, tampoco compares tu experiencia con las de amigos o familiares; pues aunque puedan escucharte y aconsejarte, debes reconocer que ninguna relación es igual a otra y por ello tampoco lo son las separaciones. Todo lo que sientes es válido, y por ello es importante que reconozcas cada una de tus emociones para que logres canalizarla adecuadamente, sin hacerte daño y sin querer dañar a otros, en especial a los hijos, si es que los hay. Ellos no son responsables de nada y no debes intentar que tomen partido, pues sus padres siempre serán sus padres, y para ellos su amor no se ha terminado. 

Habrá noches en las que no puedas dormir, días en los que no logres tener apetito, momentos de angustia o miedo por no saber cómo seguir con tu vida y cómo responder a tantas responsabilidades sin un apoyo de pareja. No obstante, debes saber que con tiempo y trabajo constante podrás ir viendo más claras las cosas y que lograrás reinventarte y reponerte.

Es un hecho que toda separación duele y mucho, pero también es un hecho que puedes salir adelante. Te toca decidir su vas a emplear tu energía en mantener ese sufrimiento o en reconstruirte y reponerte. Tomar la opción de vivir por y para ti no siempre es lo más sencillo, pero te aseguro que a largo plazo será lo más saludable y feliz.

La lección más importante sobre el amor, es aprender a amarnos a nosotros mismos antes que a otras personas; aprender quiénes somos, qué queremos, qué valoramos y cómo podemos compartir la vida con los demás, entendiendo que cada persona es libre. No hay nadie en el mundo que te pertenezca; por ello, todos pueden decidir partir de tu lado. A pesar de esto, debes entender nunca te quedarás vacío o vacía, porque tú estás construyendo una vida propia, llena de amor incondicional hacia ti, realizando actividades que te permitan ser independiente económica, social y emocionalmente. 

Del mismo modo en que hay que ser amables con las personas que llegan a nuestra vida, también debemos ser amables con quienes ya no desean ser más, parte de ella, pues aunque su partida dejará un gran dolor, no se pueden llevar nuestra vida en su equipaje. Así que, solo te queda trabajar tu propio proceso de reconstrucción personal porque dejarse vencer nunca será la mejor opción. Haz que tu sufrimiento se vuelva un motivo para convertirte en una mejor persona. 

Libros para superar una ruptura

Si necesitas mayor información para comenzar a trabajar tu duelo, te recomendamos revisar estos libros. Haz clic en las portadas para ver más información o adquirirlos en formato electrónico.

Ya te dije adiós ahora cómo te olvido Walter Riso
Manual para no morir de amor Walter Riso
Me cansé de ti. Walter Riso

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