“La muerte sólo tiene importancia en la medida que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida”. André Malraux.

A lo largo de la vida vamos vinculándonos con personas, mascotas, objetos o actividades que nos brindan afecto, seguridad, protección y bienestar. Pero, ¿qué sucede cuando alguien que amamos se va definitivamente de nuestra vida o muere?, ¿cuándo aquello que amamos se termina? En ese momento nuestra rutina se desajusta, nuestro entorno se ve vulnerado y la estructura de nuestra realidad se rompe, por lo que se entra en un proceso de dolor e incertidumbre. En muchas ocasiones, nuestro razonamiento no logra comprender bien lo que sucede pero  nuestras emociones nos hacen evidente cierto dolor en el alma y en cuerpo. Este proceso se llama duelo y es una sensación común y natural en todas las personas. 

Para Doug Manning, “El duelo es tan natural como llorar cuando te lastimas, dormir cuando estás cansado, comer cuando tienes hambre y estornudar cuando te pica la nariz. Es la manera que tiene la naturaleza de curar un corazón roto.” Aunque se asocia con la muerte, el duelo no solo se vive ante el fallecimiento de una persona o mascota, también puede presentarse en diferentes situaciones y experiencias como un divorcio, una enfermedad, perder el empleo y/o nuestro estilo de vida (como ha ocurrido a muchos tras la pandemia por coronavirus), perder el autoestima, entre otras. En pocas palabras, el duelo se presenta ante cualquier pérdida significativa. 

¿QUÉ ES EL DUELO?

El duelo es una proceso o etapa de adaptación necesaria, que tiene por objetivo restablecer el equilibrio personal y familiar ante pérdidas significativas. Durante el duelo aparecen emociones, pensamientos y comportamientos subjetivos, causados por la experiencia dolorosa. Es una vivencia normal ante una pérdida sin duración precisa en promedio tiene una duración de 6 a 12 meses pero en algunos casos las manifestaciones pueden estar presentes por años.

Es común que en algunos lugares se emplee como sinónimo de duelo, la palabra luto; sin embargo, el luto se refiere a la expresión social o signo externo del comportamiento y prácticas ante la pérdida, por ejemplo, el uso de ciertas vestimentas o rituales, mientras que el duelo es más complejo.

Duelo «normal o no complicado

Durante un duelo normal aparecen signos y síntomas de manera inmediata o a los pocos días de recibir la noticia de la pérdida o muerte, a través de los cuales, la persona busca recobrar su equilibrio. Entre ellos podemos encontrar manifestaciones afectivas, físicas, conductuales y cognitivas. 

Manifestaciones emocionales o afectivas

Son todos aquellos sentimientos y emociones manifestados después de la pérdida. Entre los principales encontramos: 

  • Tristeza: Es la emoción más común y su manifestaciones principales son el llanto, el silencio o retraimiento. 
  • Shock: Se manifiesta como un estado de no comprensión de la realidad, como si no pasara nada.
  • Enojo, ira, frustración: Se pueden presentar como una sensación de molestia al no haber podido evitar el acontecimiento, o por sentirse abandonado. El enojo se puede desplazar a familiares, médicos, amigos, Dios, etc. Es importante que las personas cercanas no lo tomen personal, no se enganchen en peleas infructíferas y se muestren empáticas.
  • Culpa: Habitualmente surge porque la persona identifica algo que se descuidó o faltó para evitar lo sucedido.
  • Ansiedad: Por cierto temor o inseguridad de no poder continuar sin la persona amada o el objeto perdido. 
  • Soledad: Sentimiento de vacío profundo o abandono. 
  • Apatía o indiferencia: Se puede manifestar como fatiga, cansancio y falta de motivaciones para hacer cosas. 
  • Impotencia: Sentimientos de incapacidad para continuar.
  • Anhelo: Por la persona u objeto amado.
  • Alivio: Suele presentarsecuando la muerte o pérdida ha implicado un periodo largo de enfermedad o sufrimiento. Es importante reconocer que muchas veces el alivio puede ir aparejado de culpa, generalmente producida por la moral de nuestra sociedad, ante la cual nos avergonzamos de sentir que el fin de alguien o algo fue un descanso.
  • Apego: Ante la pérdida, algunas personas pueden desplazar el apego generando dependencia hacia otras personas, cosas, actividades o incluso hacia el propio dolor, lo cual puede generar duelos complicados o prolongados. 

Manifestaciones físicas 

Son todas aquellas dolencias del cuerpo que deben ser atendidas no solo desde un abordaje médico sino complementario al proceso de duelo. Dentro ellas las más frecuentes son: 

  • Sensación de vacío o huecos en el estómago 
  • Sequedad de la boca
  • Dolores de cabeza
  • Opresión en el pecho o falta de aire
  • Opresión o nudos en la garganta
  • Dolor corporal 
  • Falta de energía o debilidad muscular
  • Sensación de despersonalización o “no ser yo”
  • Palpitaciones
  • Falta de aire
  • Aumento de la sensibilidad al ruido
  • Algunas veces cuando la muerte se produce por enfermedad, el doliente puede manifestar síntomas similares a los del fallecido.  

Es importante que las alteraciones físicas sean atendidas por profesionales de la salud, ya que podrían generarse descompensaciones de enfermedades crónicas o tratarse de alteraciones, las cuales, la persona no se sabía portadora y que aparecen o se agravan con el duelo.

Manifestaciones conductuales

Las alteraciones de conducta son cambios en la forma de comportarse respecto al patrón previo a la pérdida, será importante identificar qué tanto afectan el desenvolvimiento en el entorno de la persona. Dentro de las manifestaciones de conducta comunes, encontramos: 

  • Trastornos del sueño: Dificultad para dormir o despertar. Esto puede ser una manifestación de temor a estar solo, o a soñar con lo sucedido. Es importante estar pendiente de que esta situación no se prolongue demasiado tiempo y que la persona afectada no recurra al uso de medicamentos para dormir sin prescripción médica. 
  • Trastornos alimentarios: Habitualmente se manifiestan por comer poco, aunque algunas veces ocurre lo contrario y el afectado come más de lo habitual. 
  • Distracción: El doliente no pone atención a lo que hace o dice. No atiende los comentarios de otras personas, e incluso, algunas veces, no puede seguir instrucciones o terminar actividades. 
  • Aislamiento social: Buscar estar lejos de la gente, mantenerse ausente o manifestar pérdida de interés por el exterior. En este caso, es importante brindar espacio sin abandonar a la persona afectada. 
  • Evitar o estimular recuerdos del fallecido: Evitan los lugares o cosas que les provocan dolor, o, por el contrario, promueven la visita al cementerio y sitios que frecuentaban juntos, buscan objetos o fotografías que los ayuden a sentirse cerca y recordar. 
  • Atesorar objetos: Buscan y guardar todos aquellos objetos considerados valiosos por el recuerdo.
  • Suspirar: Sensaciones físicas de falta de aire. 
  • Llanto: Al recordar o en ciertos momentos del día, ante determinadas actividades, como la hora de comer, o de dormir. 
  • Aumento o disminución de la actividad: Dependerá de la personalidad y estrategias de afrontamiento.

Manifestaciones cognitivas

Son aquellas que tienen que ver con el pensamiento, las creencias o conceptos preestablecidos. Se manifiestan frecuentemente como: 

  • Incredulidad: Suele ser de los primeros pensamientos que se tienen ante una pérdida significativa. Creer que no sucedió o es una confusión, es una protección temporal.
  • Trastornos de memoria o atención: Se pueden presentar pequeñas lagunas de la memoria, suelen ser mecanismos de defensa ante el hecho doloroso. 
  • Confusión: Dificultad para concentrarse y ordenar pensamientos. Esta condición puede incrementar por cansancio físico y mental ante el hecho doloroso. 
  • Preocupación: Obsesión por sentir que el fallecido puede estar sufriendo, o por querer recuperar a la persona u objeto perdido. 
  • Sentido de presencia: Ideación de que el fallecido esta aún en el mismo tiempo-espacio que los vivos.  
  • Alucinaciones fugaces y breves: Habitualmente se presentan como experiencias ilusorias pasajeras, principalmente manifestadas de maneras como: “me pareció ver a __ sentado”, “me pereció escuchar que llegaba”, etc. Suelen ser desconcertantes para la familia y algunos las relacionan con aspectos místicos o espirituales. 

¿Qué es el duelo complicado?

Las diferencias entre un duelo normal y uno complicado  radican en la intensidad, aparición y duración de los síntomas. 

En el duelo complicado los signos y síntomas pueden aparecer semanas o meses después de la muerte o no aparecer. La intensidad de las manifestaciones cuando se presentan resultan incapacitantes, impidiéndole a la persona retomar parte de su vida, como acudir o interesarse por el trabajo o a la escuela.

El que un duelo se complique depende principalmente de la personalidad del doliente, de las estrategias de afrontamiento con las que cuente, de la relación que se termine, de las circunstancias en las que se presente la pérdida o la presencia de otros duelos. 

Conclusión

El proceso de duelo y su evolución dependerá de cada persona, del tipo de vínculo que tenía con el ser u objeto perdido, de su personalidad, de la forma en que se presentó la pérdida y las experiencias previas de duelo, etc. Por lo que, la duración o evolución del mismo es particular y exclusiva a quien lo vive. 

Si nos atrevemos a vivir el dolor, entenderlo y adaptarnos, el duelo será una oportunidad de aprendizaje sobre la vida, más que sobre la muerte; pues implica repararnos con paciencia para volver a disfrutar de cada momento. El duelo no busca, de ninguna manera, olvidar o sustituir los afectos, o a las personas, sino recolocarlas en nosotros mediante recuerdos sanos que nos acompañen. Transitar el duelo no es tarea fácil, hay que enfrentarse a vacíos, silencios, soledad y dolor, pero también es importante reconocer que el amor no se termina, solo evoluciona.

Si estas atravesando por un proceso de duelo y necesitas ayuda para superar tu pérdida, o conoces a alguien que necesita apoyo, acércate a nosotros

Referencias bibliográficas. 

Cuadradro, S. D. (2010). Las cinco etapas del cambio. Capital Humano. 241. 54-58pp.

https://factorhuma.org/attachments_secure/article/420/c303_cincoetapas.pdf

Díaz, P; Losantos, S; Pastos,P. (s/f) Guía del Duelo Adulto para profesionales socio-sanitarios. Fundación Mario Losantos del Campo. 116pp.

García-Campayo. J. (2012). Manejo del duelo en Atención Primaria. Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia. 2(2): 1-18pp. 

https://www.psicociencias.org/pdf_noticias/Manejo_del_duelo_en_AP.pdf

Kúbler-Ross, E. (2013).Sobre la Muerte y los Moribundos. México. Debolsillo.