Ícono del sitio Mente y corazón

Cómo sobrellevar el duelo por la muerte de una amiga o amigo

duelo muerte de un amigo amiga

En nuestra vida nos vamos encontramos con muchos otros seres, algunos nos hacen sentir empatía, confianza y afinidad, por lo que les elegimos para construir lazos, hasta que se convierten en seres importantes para nuestra vida. Muchas de estas personas recibirán el título de amiga o amigo y así dejarán de ser simples conocidos. Con nuestras amistades compartimos muchos momentos relevantes, por lo que algunas de ellas se vuelven tan cercanas que se convierten en parte de nuestra familia. Esas amistades verdaderas están con nosotros para celebrar alegrías y también para apoyarnos en la adversidad; sin embargo, casi nunca nos ponemos a pensar en que es posible que un día debamos despedirnos. Su ausencia podría deberse a distintas causas, por ejemplo, un cambio de residencia, un conflicto que no pudo resolverse, e incluso la muerte. Cualquier caso será difícil de aceptar y dolerá tener que seguir sin la compañía de tan importante amistad. 

El duelo por la pérdida de una amiga o amigo es poco comentado e incluso minimizado por algunas personas; pero, la realidad es que perder a una amistad verdadera es una situación difícil, que será mas o menos llevadera dependiendo de varias circunstancias, como el tiempo que tenían de conocerse, la forma en que se dio la pérdida, el vínculo que habían creado, la edad que tengan, etc. 

Antes de entrar en materia, me gustaría abrir mi corazón y contarte, de manera breve, mi historia y de cómo me tocó vivirla. Recién entrando a la Universidad conocí a un par de chicas con quienes formé un lindo grupo de tres. Cada una de nosotras teníamos una personalidad diferente pero resultamos ser tan afines en muchas cosas que construimos una fraternidad de esas que son difíciles de explicar. Algo hacía parecer que nos conocíamos de toda la vida. Desarrollamos una gran confianza y el vínculo que creamos fue creciendo sin disminuir, a pesar de que con el paso de los años fuimos haciendo nuestra vida y teniendo cada vez menos oportunidades de vernos físicamente, más eso no mermó nuestra amistad. Ella, así la llamaré en esta ocasión, decía que éramos hermanas de almas, hermanas de otras vidas y por eso era fácil entendernos, cuidarnos, querernos y estar cuando alguna de nosotras lo necesitaba. 

Sin embargo, una mañana, saliendo de la ducha sonó el celular y en ese instante algo vibro dentro de mí, corrí al teléfono y contesté; del otro lado, entre llanto, hablaba la otra integrante del nuestro trío de amistad. No podía entender bien lo que decía, mis oídos y su llanto hacían difícil comprender la noticia, o quizá simplemente mi cerebro se negaba a entender. No podía creerlo, alguien había decido que el dinero era más importante que la vida de mi querida amiga y así, en un instante, se la arrebató. Se fue sin que pudiéramos despedirnos, porque la última vez que nos vimos (como siempre pasa), no creímos que fuera la última. En nuestra mente siempre habría un mañana, planeábamos hacer cosas a futuro, imaginábamos cómo envejeceríamos juntas… Ella nos hablaba de la energía, del encuentro de almas y de la permanencia del espíritu a pesar del tiempo; insistía con que nos conocía de otros tiempos. Cuando nos hablaba de esas cosas no comprendamos bien lo que Ella decía, incluso nos parecía peculiar; sin embargo, hoy, a pesar de que han pasado 5 años de la última vez que la vi, la sigo sintiendo cerca. Pienso que quizá sigue aquí aunque de diferente forma, lo cual me permite comprender que no es necesario despedirse de quien nunca se irá de nuestra mente y nuestro corazón.

Cuando recibí la trágica noticia mi familia me ofreció su apoyo y comprensión, estuvieron pendientes de mí y por unos días escucharon mis emociones y estuvieron cerca, pero más allá de ellos, no podía comentar mi dolor con otras personas, pues no entendían por qué me dolía tanto; no comprendían que estaba sintiendo un hueco dentro mí; que algo, o mejor dicho, alguien, me faltaba. Quienes no conocían nuestra historia no comprendían mi dolor y solo coincidían diciendo cosas como: “no es para tanto”, “tienes más amigas”, “el tiempo haría que duela menos”; pero la verdad es que su partida fue muy dolorosa y aceptarla no fue sencillo. El tiempo con nuestros seres queridos jamás es suficiente, nunca estamos listos para dejar ir a quienes amamos; sin embargo, poco a poco entendí que cuando esos seres, físicamente ya no están podemos seguir valorando y agradeciendo su presencia espiritual en nuestra vida; llevarlos con nosotros a través de los recuerdos y del tiempo que compartimos. Del mismo modo me di cuenta de que es necesario, aunque duela, seguir adelante, tomando decisiones que nos ayuden a salir del dolor, porque la vida sigue, nada se detiene. 

Si te ha tocado vivir esta experiencia seguramente me comprendes y si en este momento estás atravesando el dolor de haber perdido una amistad cercana, te aconsejo que no tengas pena de expresar tus emociones, no sientas que tu amiga o amigo no lo vale, ni minimices tu dolor. Hablar sobre lo que sientes te ayudará; no importa que muchas personas a tu alrededor no comprendan que una amistad puede llegar a ser tan importante como un familiar, pues a pesar de no llevar la misma sangre, los vínculos generados con esa persona le convirtieron en alguien muy valioso.

Si estas viviendo un duelo de este tipo quisiera compartirte algunos consejos para afrontar tu dolor. 

Recomendaciones para afrontar la muerte de una amistad cercana

Libros que te pueden ayudar durante el duelo por la pérdida de una amiga o un amigo

Salir de la versión móvil