El día de hoy, en varias casas se ha reservado un lugar especial para preparar un altar en honor a sus muertos. El cempasúchil enmarca el camino que recorrerán nuestros difuntos, el copal inunda el ambiente anunciado su llegada. Muchas familias se han esmerado en colocar los platillos favoritos de sus fallecidos; en adornar con papel picado y flores su ofrenda para celebrar que vienen a compartir con nosotros una noche, un recuerdo, una esperanza de volver a encontrarlos aunque sea en la memoria. 

Para varias personas será la primera visita, el primer altar, el primer año sin ese familiar al que tanto extrañan, para otras ya son varios años; sin embargo, el tiempo no importa mientras en el recuerdo y el corazón no olvidemos a nuestros seres queridos. 

Que hoy sea un día para recordar y agradecer la existencia de los que se nos adelantaron. Coloquemos bellos altares en su honor, preparemos su platillos favoritos, llenemos el espacio de color, inundemos el ambiente con el aroma de las flores, hagamos una fiesta para recordar su vida y el tiempo que compartimos con ellos. 

Es importante recordar que no todo debe ser dolor, es necesario reconocer lo que esas magníficas personas brindaron a nuestras vidas; es verdad que no es sencillo aceptar que ya no están aquí, pero también es cierto que al preparar los platillos para ellos, al adornar y darnos el tiempo para recordarles podemos volver a sentirles cerca, aunque sea en nuestro corazón. 

El día de muertos y fieles difuntos nos enfrenta a la muerte, pero también nos acerca a la vida; nos hace evidente lo fugaz que ésta puede ser, nos recuerda que las cosas pueden cambiar de un instante a otro y que justamente por ello es crucial reconocer que no hay más tiempo que hoy; por ello vive cada día desde el amor, la gratitud y la consciencia. 

Agradezcamos que estamos vivos y el tiempo que pudimos compartir con aquellos seres que hoy iluminan nuestro camino desde la trascendencia.